19 de noviembre de 2010

32 años de arte en vivo, desde dentro

Llegamos pronto, no queríamos tocar demasiado tarde, así que fichamos, y nos fuimos a cenar.
Era una noche de concierto diferente. No teníamos esa inquietud que otras veces nos inundaba. Al fin y al cabo, éramos solo unos invitados a una fiesta.

 Después de cenar, volvimos al Rincón, y sorpresa al abrir la puerta: el local estaba LLENO, un montón de guitarras a un lado, bohemios en la barra y los sillones, miradas inquisitorias que se preguntaban dónde iban esos 4 que acababan de llegar con tantos trastos.

Escuchamos unos minutos de Connie Philp (que buen rollo!) y luego comenzó nuestra parte. Éramos los segundos, así que mientras terminaba el primero de la noche, ibamos preparando lo que podíamos para montar el equipo en tiempo récord. Ríete tu de los mecánicos de la F1, nunca se ha visto montar un equipo de 4 "músicos" (permítaseme la licencia de calificarnos como tal) en tan poco tiempo; amplificadores, micros, pies, cables, afinados, listos... YA!

Queríamos tocar algo que nos representase, algo que permitiese a alguien que no nos ha escuchado nunca, hacerse una idea de lo que suelen hacer este grupo de "ñuses". Comenzamos con la intensidad de la letra de A. Martín en Solo Niebla, nos volvimos locos (y volvimos un poco loco también al respetable) con la acelerabérrima Peor que yo, y enfilamos el final con Trinidad. Terminamos sabiendo que no podíamos dejarlo así, e "improvisamos" una Retrospección, gratamente sorpresiva por las palmas que nos acompañaron por parte de los desconocidos.

Luego, con ganas de seguir tocando, porqué no decirlo, recogimos todo a la misma velocidad, entre comentarios de las mesas, preguntas, e incluso hasta alguna felicitación. Mola.

Larga vida al Rincón, que buen rollo me da ese sitio, será por lo que ocurre ahí a menudo...

16 de noviembre de 2010

Un agujero en la pared

En el local de ensayo parece que tenemos un agujero en una pared, porque es lo que se ve en esta grabación de un ensayo. Aquí tenemos un fragmento de "Peor que yo" en pleno ensayo, El Último Ñu en su habitat natural, lejos de las cámaras, las miradas y las luces del escenario.